Beatus ille, dichoso aquél

Expresión latina que proviene de los versos de Horacio en Epodos: 

Beatus ille qui procul negotiis,
ut prisca gens mortalium
paterna rura bobus exercet suis,
solutus omni faenore,
neque excitatur classico miles truci
neque horret iratum mare,
forumque vitat et superba civium
potentiorum limina.



Dichoso aquél que lejos de los negocios,
como la antigua raza de los hombres,
dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con sus propios bueyes,
libre de toda deuda,
y no se despierta, como el soldado, al oír la sanguinaria trompeta de guerra,
ni se asusta ante las iras del mar,
manteniéndose lejos del foro y de los umbrales soberbios
de los ciudadanos poderosos.





Horacio, Epodos, 2, 1

Como cuando viajas y todo lo cotidiano se vuelve extraño, distinto.
Todo lo que dedicas hacer no tiene reparos, límites; todo se vuelve como un juego donde tenes fichitas para gastar y divertirte con lo que mas quieras. 
No tenes límites para razonar. 
Lo que te queda es lo que sos, tu esencia, ese niño libre, despojado pero a la vez arraigado a una idea. Fija idea de disfrutar, el goce es lo que queda. 
El sentimiento a flor de piel. 
Tus oídos escuchan voces que te invitan a soñar, a planear, a encontrarte en otra galaxia; eso te brinda amplitud. Lo amplio es lo que nos ensancha. Ser ancho implica estar conteniendo información en forma de sabiduría. 
Los inteligentes se convierten en tontos. 
Los ingenuos en sabios del despertar de conciencia. 
Dichoso aquél que sabe singularizar.








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